Que somos
Por Dian Cohen
Recientemente me sorprendió cuántos medios de comunicación encabezaron sus informes con el anuncio de que Kleenex, una marca tan icónica que es la palabra que usamos cuando queremos un pañuelo, abandonará Canadá. Me hizo pensar en todas las otras marcas que han muerto en este país en los últimos años: Delissio Pizza. Alimentos congelados de Stouffer. Cocina magra. Rollos Suizos. Mini Brownies del tamaño de un bocado. Pequeña Debbie. Bocaditos de bagel. Chips de maíz corneta. Y estas cadenas minoristas: Sears. Objetivo. Nordstrom. Lowe's. Y el hecho de que las noticias canadienses ya no están disponibles en Facebook y pronto tampoco lo estarán en Google.
¿Qué está sucediendo? Hay una respuesta simple y otra complicada. La respuesta simple es que somos pensadores demasiado cortoplacistas y estrechos de miras. Que estas marcas o puntos de venta desaparezcan no significa que nada los reemplazará o que estemos en grave peligro de convertirnos en un país subdesarrollado. Tampoco significa que no tengamos nada que ofrecer. Piense en lo que los canadienses han logrado: en el deporte: hockey, máscara de portero de fibra de vidrio, baloncesto, repetición instantánea. En el ámbito sanitario: la insulina, la prótesis de mano, el microscopio electrónico, la silla de ruedas eléctrica, el marcapasos cardíaco, el trasplante de células madre. En comunicaciones: teléfono, radio AM, buscapersonas, walkie-talkie, sonar, braille informatizado, primer buscador de Internet, lenguaje de programación Java, Blackberry. En nutrición: canola, mantequilla de maní, Pablum, ginger ale, Bloody Caesar, papa Yukon Gold. En entretenimiento: Superman, IMAX, Trivial Pursuit. Sin mencionar el suspensorio con tapa dura, el cartón de huevos, el CanadArm, el Wonderbra, la poutine, la pistola de calafateo, las bolsas de basura de plástico y el plexiglás.
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